Energía solar térmica o fotovoltaica para el hogar

Placas solares fotovoltaicas y térmicas.

Las placas fotovoltaicas se basan en el denominado efecto fotovoltaico, gracias al cual transforman parte de la energía solar incidente sobre ellas (~ 15-20%) en energía eléctrica.

Por su parte, la mayoría de placas solares térmicas se basan en el efecto invernadero, a través del cual logran calentar de manera eficiente el agua que transcurre por las mismas, hasta una temperatura máxima de unos 60-100°C, dependiendo de la tecnología empleada.

Las placas fotovoltaicas permiten cubrir todos los consumos de energéticos de la vivienda, a excepción de la calefacción y la generación de ACS (agua caliente sanitaria) cuando esta se basa en gas u otro combustible. En cambio, las placas térmicas únicamente pueden cubrir el consumo de agua caliente y calefacción.

Energía solar térmica y fotovoltaica en autoconsumo.

Las instalaciones solares fotovoltaicas han desbancado a las térmicas en los últimos años como tecnología preferente para autoconsumir a través de energía solar, a continuación se enumeran las causas de este cambio:

Mayor versatilidad: la tecnología fotovoltaica tiene la capacidad de lograr ahorros en el 100% de los consumos energéticos de una vivienda o negocio, algo que sencillamente no es posible mediante la instalación de placas térmicas. Esta cuestión ganará importancia con el paso del tiempo debido a la imparable electrificación de la economía a nivel global y al continuo aumento del precio de la electricidad.

Su precio es competitivo: entre 2010 y 2017 los costes de la tecnología fotovoltaica se han visto reducidos en un 73%, según datos de la UNEF, tendencia que aún se ha mantenido en los últimos 2 años. Esto ha permitido a las instalaciones fotovoltaicas tener un tiempo de amortización de 6-8 años, similar al de las instalaciones térmicas y lograr ahorros anuales superiores.

Menores costes de mantenimiento: uno de los inconvenientes de la solar térmica es la necesidad de realizar labores de mantenimiento anuales para asegurar un correcto funcionamiento de la misma, en el caso de las instalaciones fotovoltaicas este problema no existe. Sin embargo, es recomendable limpiar los paneles y revisar el sistema de monitorización, aunque estas labores las puede hacer el propio usuario fácilmente.

Cambios legislativos: hasta el año 2015 las instalaciones fotovoltaicas de autoconsumo no estaban reguladas, lo cual las dejaba en un estado de alegalidad, situación que dificultó su implantación en España. A día de hoy existe un marco normativo favorable que ha permitido su rápido desarrollo, puede leer sobre esta cuestión en el siguiente enlace

Ayudas económicas: también ha ayudado la llegada de subvenciones y bonificaciones por parte de comunidades autónomas y ayuntamientos, si bien no son imprescindibles para asegurar la rentabilidad de la inversión realizada, han impulsado indudablemente a la expansión de este tipo de instalaciones.

A pesar de todo cabe destacar que las placas térmicas siguen siendo una alternativa viable económicamente, aunque mucho menos atractiva por los motivos listados anteriormente.

Placas híbridas.

Por último mencionar las placas híbridas, que son capaces de generar agua caliente y electricidad en un único equipo. El problema de estos paneles es que su coste es muy superior a la suma del coste de un panel fotovoltaico y un panel térmico convencionales, por lo que es una tecnología actualmente poco competitiva.

A pesar de esto, debido a que permiten optimizar en gran medida el espacio disponible, es una opción muy atractiva en el caso de instalaciones con grandes consumos y cubiertas limitadas, como es el caso de hoteles y clínicas por ejemplo.